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Oftalmología y Exposición Solar 

Por Dr. Cristian Briganti Faggian, médico oftalmólogo

Cada año se vuelve más evidente la importancia del impacto que el sol puede tener en nuestro organismo. Los efectos beneficiosos de la luz solar son amplios y bien conocidos, algunos ejemplos son el papel que cumple en la producción de vitamina D o en la regulación de los estados de ánimo. 

Sin embargo, también existen efectos perjudiciales que se manifiestan más que nada en la piel y en los ojos, que son los órganos que quedan mayormente expuestos. Los daños son ocasionados principalmente por la radiación ultravioleta, la cual en parte es absorbida por la capa de ozono y en parte llega formando uno de los componentes de la emisión solar total. La radiación ultravioleta provoca daños a través de dos mecanismos: al romper enlaces moleculares de compuestos fundamentales de las células del cuerpo y por la formación de sustancias nocivas llamadas radicales libres. 

Uno de los daños que la radiación ultravioleta puede ocasionar en los ojos es la formación de lesiones degenerativas benignas de la conjuntiva, como son la pinguecula y el pterigion que pueden alterar la visión al generar astigmatismo o al ocluir el eje visual. 

Pueden causar inflamación y agravamiento de los síntomas de ojo seco, además de resultar estéticamente indeseables. Estas lesiones suelen tener un crecimiento lento, sin embargo, pueden llegar a requerir cirugía para su eliminación. 

También existen otro tipo de lesiones malignas como el carcinoma escamoso de conjuntiva, que puede representar un riesgo para la salud general del paciente y que requiere necesariamente extracción quirúrgica. 

El agravamiento de trastornos como el ojo seco y la producción de fotoqueratitis puede alterar la visión y acarrear síntomas molestos como sensación de arenilla en los ojos, lagrimeo, fotofobia y enrojecimiento. Estas alteraciones pueden tratarse con colirios, medidas conductuales y protección solar adecuada. 

La exposición de la vista al sol puede favorecer la formación de cataratas a largo plazo, lo cual conlleva una alteración significativa de la visión y cuya solución es únicamente quirúrgica, además de abonar al desarrollo a largo plazo de degeneración macular asociada a la edad, que puede ocasionar trastornos severos en la visión y cuyo tratamiento puede requerir desde administración de complejos vitamínicos hasta aplicación de medicación intraocular. 

Prevención 

Resulta de vital importancia destacar que a través de la prevención se puede reducir sustancialmente el riesgo estadístico de sufrir todas estas alteraciones, disminuyendo de esta manera las secuelas visuales. 

Debemos mencionar que la proporción de radiación ultravioleta que llega a la tierra y a nuestros ojos varía según determinadas condiciones como las estaciones del año, la latitud, la hora del día, la altitud a la que nos encontramos y a través de procesos de reflexión en ciertas superficies como la nieve, la arena o grandes masas de agua. Todos estos escenarios aumentan la necesidad de emplear medidas que puedan protegernos de la radiación, tales como la aplicación de protector solar en la piel recomendado por un especialista en dermatología y el uso de anteojos con filtro para radiación ultravioleta que cubran los parpados y las áreas laterales. La presencia de este filtro debe ser corroborada y ratificada por un óptico a través de espectrofotometría, ya que si bien un lente de sol convencional puede reducir la intensidad de luz que llega a nuestros ojos y de esta manera brindarnos una mayor comodidad, para ofrecernos una protección adecuada contra las radiaciones ultravioletas nocivas debe contar con un filtro específico.

El especialista, Dr. Cristian Briganti.

La utilización de gorras, sombreros o sombrillas también puede resultar útil para reducir la exposición. Los lentes absorbentes pueden ofrecer además otras ventajas, mejorando ciertas funciones visuales como la sensibilidad al contraste, permitiendo obtener una mejor adaptación a la oscuridad y reducir la sensibilidad al deslumbramiento. De esta manera, puede aumentar la efectividad visual que la persona presenta y mejorar las habilidades en determinadas tareas realizadas en exteriores, principalmente en la conducción de automóviles o maquinarias. 

Podemos concluir que la radiación solar representa un factor de riesgo fundamental para nuestra salud ocular, afectando fundamentalmente a todas aquellas personas que mayor exposición sufren, trabajadores que se desenvuelven en ámbitos laborales que comportan una mayor exposición solar, aunque también puede afectar a personas que sufren una exposición ocasional. 

La emisión solar -y fundamentalmente la radiación ultravioleta- puede favorecer la aparición de trastornos oculares de gravedad variable donde la prevención resulta ser una herramienta de gran ayuda. Resulta primordial la toma de conciencia para inculcar hábitos saludables, promocionando las medidas de cuidado que permiten aminorar los daños producidos y que permiten una exposición segura al sol. 

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