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Hablemos sobre ACV

Por Dra. Carla Marionsini, neuróloga

El accidente cerebro vascular, mejor conocido como  ACV, representa la segunda causa de muerte en todo el mundo, y es la primera en generar discapacidad en adultos.

¿Qué es un ACV? Se denomina de esta forma a cualquier evento en el que se interrumpe el aporte sanguíneo a un grupo de neuronas, determinando habitualmente la aparición de síntomas neurológicos. Se puede clasificar en dos grandes grupos.

El primero de ellos es el llamado ACV isquémico, que ocurre cuando una arteria se obstruye y la sangre cargada de oxígeno y nutrientes no puede llegar a destino, haciendo que las neuronas que dependían de ella mueran. Es el más frecuente, representando el 80% de los casos.

Este tipo de ACV, a su vez, se puede clasificar según la causa que genera el bloqueo, pudiendo ser aterotrombótico, cuando la placa de colesterol en la arteria determina la obstrucción, o embólicos cuando la obstrucción se produce por un coágulo que puede venir viajando desde otra parte del cuerpo o producirse en la arteria enferma.

Las crisis isquémicas transitorias o AIT también se encuentran en este grupo, y se producen cuando a nivel cerebral sucede el mismo mecanismo de interrupción de aporte sanguíneo, pero éste no persiste el tiempo necesario como para producir la muerte neuronal, sino que el problema se soluciona sin dejar lesión en nuestro tejido cerebral. Si bien no se produce ningún daño, es importante prestar mucha atención porque nos habla del riesgo de un ACV prontamente.

El segundo gran grupo de ACV es el hemorrágico. Éste acontece cuando una arteria se rompe, dejando salir la sangre al cerebro y produciendo también un proceso de muerte de neuronas. Si bien representa solo el 20% de los casos, tiene elevada mortalidad y mayor discapacidad asociada. La gran mayoría tiene su origen en crisis de presión arterial elevada o aneurismas cerebrales.

¿Cuáles son sus síntomas?

Los síntomas de presentación pueden ser variados, dependiendo del área cerebral afectada. La pérdida de fuerza de cualquier extremidad, la alteración de la sensibilidad de una área corporal, la dificultad para hablar o comunicarse, la imposibilidad de mover los músculos de la cara, el dolor de cabeza, la incoordinación y la dificultad al caminar son alguno de ellos.

Es importante informar a la población adulta que si aparece cualquiera de estos síntomas deben realizar con urgencia consulta, ya que una rápida atención no sólo mejora significativamente la evolución del cuadro sino que reduce la mortalidad y secuelas futuras.

La especialista, Dra. Carla Marionsini

Tratamiento

El tratamiento agudo se llevará a cabo en los centros de internación, tratando de controlar los factores de riesgo, mejorando el aporte de sangre a nuestro cerebro para minimizar el daño y las secuelas.

El tratamiento a largo plazo está basado en controles de factores de riesgo, prevención de un nuevo evento y terapias que ayuden a mejorar y reducir secuelas para así lograr una mejor calidad de vida. Es importante incentivar y acompañar al paciente

¿Cómo prevenirlos?

Lo primero a comprender es que la prevención en este caso se asocia a reducir factores que aumentan el riesgo de padecer ACV.

La hipertensión arterial es uno de los factores de mayor relevancia. Su diagnóstico y tratamiento no es una tarea fácil, ya que un gran porcentaje de personas desconoce que padece esta enfermedad y por ende no realiza ningún tratamiento. Es importante realizarse controles de salud anuales para poder descubrirla y personalizar la terapia, para lograr el control adecuado de la presión arterial y disminuir no sólo el riesgo de padecer un ACV sino también el de un Infarto cardíaco.

Las arritmias cardíacas, entre ellas la fibrilación auricular, elevan considerablemente el riesgo de un evento vascular a nivel cerebral, ya que la incardinación en la contracción del corazón aumenta la probabilidad de formar trombos o coágulos que terminan tapando arterias a distancia.

La diabetes y el síndrome metabólico también aumentan el riesgo de eventos cardio vasculares, por producir cambios estructurales relevantes a nivel de las arterias. La combinación de estas enfermedades con HTA nos lleva a prestar especial atención a esos pacientes y a realizar en cada control una búsqueda más exhaustiva y un tratamiento minucioso.

Es importante entender que todas estas enfermedades son silenciosas y que cuando la persona presente malestar probablemente ya estemos viendo un daño instalado y que hubiera sido prevenible.

Otros factores de riesgo a modificar y tratar son: tabaquismo, sedentarismo, dieta rica en grasas, azucares y sal, consumo excesivo de alcohol, stress y depresión. Por eso, me gustaría decirle a la población que la mejor forma de prevenir un ACV es mantenernos saludables y en equilibrio, vivir una vida sin excesos, realizando actividad física a diario y una dieta variada, dejando de lado los hábitos tóxicos y las situaciones que nos producen estrés. Esto nos ayudará a envejecer con calidad.

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