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Rumbo al país del norte. Una investigadora sanjorgense en ascenso

Analía Novero es bioquímica, becaria del Conicet y estudiante del doctorado en Ciencias Médicas en el Instituto de Biología Molecular y Celular de Rosario y viajará la próxima semana a Estados Unidos para realizar una especialización

Por Manu Abuela

Desde siempre los adultos les preguntan a las infancias: “¿A qué querés dedicarte cuando seas grande?”. Y aunque muchos sueñen con llegar a la luna, lo cierto es que por el paso en el sistema educativo esa pregunta resuena de otra forma, ya más con los pies en la tierra -y no tanto en el espacio-, aunque aún la respuesta continúe siendo difícil.

Terminada la escuela, la presión ejercida a los adolescentes sobre qué estudiar los abruma, porque al momento de elegir muchos adultos tienden a expresar frases como “pensá en algo que quieras hacer toda tu vida”, como si las profesiones fueran casilleros estancos y compartimentados que nos conducen a la monotonía y la agonía de la inventiva, sin posibilidades de crear, de cambiar, de dar un giro de timón. Esa sensación de sentirse preso del sistema, aún sin haber ingresado en él.

Así, con esas incertidumbres, algunos se arriesgan y dan ese salto al vacío, emprendiendo el camino formativo en una universidad o instituto local o en otras ciudades, siempre con aquella pregunta que les realizaban cuando niño o niña a cuestas. Con el transitar de la carrera, de a poco, algunos jóvenes afianzan su elección y otros, al contrario, deciden emprender otros rumbos.

Y cuando la sensación de que “estás hecho para aquello que estás estudiando” te invade, mirar hacia el futuro asusta menos: piensan en muchas salidas laborales, evalúan cuál es a la que más les gustaría dedicarse, imaginan el trabajo ideal. Comienza el sueño de ser grandes en aquella disciplina, los mejores de hecho. Ese sueño que no duerme, ni con el título en la mano, ni con el primer trabajo.

Podríamos narrar muchos relatos de vida, pero hoy elegimos contar la inspiradora historia de Analía Novero, una joven bioquímica, docente e investigadora de 29 años oriunda de San Jorge que fue becada para viajar el próximo lunes a Estados Unidos, donde participará de un Congreso Internacional sobre fertilización -su materia de estudio- y realizará una pasantía en la Universidad Estatal de Colorado hasta el 31 de octubre. Ella sorteó obstáculos, camino sobre sus dudas, cruzó sus miedos y compartió con El Impreso del Oeste cómo alcanzó sus sueños profesionales y cuáles son sus deseos para el futuro. Porque “la vida es un sueño”, Calderón.

El inicio

“Toda la vida me gustó la medicina, entender qué siente el otro, estar al lado, quizás un poco por empatía. Yo estudié ciencias sociales en la secundaria, pero a penas terminé quinto año elegí trabajar y quedarme en San Jorge” comenzó su relato Novero, quien prosigue comentando que comenzó la carrera de abogacía a distancia, aunque no le gustara, ya que sentía la presión de “estudiar algo” para “ser alguien”, todo ese discurso popularmente conocido.

Como aquella empresa no prosperaba, los padres de Analía le brindan la posibilidad de estudiar otra carrera pero en la ciudad de Rosario -donde estaban ya estudiando dos de sus hermanos-, lugar en el que encontraría otra oferta académica, especialmente la que a ella le gustaba. “Fue un desafío. Alejarme de mis lazos, de mi familia y en ese momento de mi novio, venir a estudiar y trabajar a la vez, compartir departamento con mi prima. Pero me vine a estudiar medicina. Resulta que olvidé unos papeles importantes en el momento de la inscripción y un bioquímico que yo quiero mucho de San Jorge me habló sobre bioquímica. Y así arranqué”, dijo.

El cursillo de ingreso de la carrera que eligió -en la Facultad de Ciencias Bioquímicas y Farmaceuticas de la Universidad Nacional de Rosario- fue el segundo obstáculo que se le presentó, ya que contenía en su currícula materias como química y física, las cuales no había profundizado durante el secundario por seguir la modalidad de ciencias sociales. Pero “con mucho apoyo y ayuda pueda arrancar. Y desde las primeras materias cursadas la facu se convirtió en el segundo lugar donde quería estar. Hice un grupo grande y lindo de amigos y además estaba acompañada por mis hermanos. Al principio volvía mucho a San Jorge, porque no tenía muchas raíces acá y aún no militaba, pero después ya me empecé a quedar y hoy es mi casa”, compartió.

Analía se rodeó de muchas personas gracias a su militancia estudiantil en la agrupación socialista 9 de julio. Llegó a ser presidenta del centro de estudiantes de su facultad y miembra de los concejos Directivo y Superior por el claustro estudiantil. Actualmente, al ser docente de la materia Química Analítica Clínica encuarto año de su carrera, forma parte del Concejo Directivo de su facultad pero por el claustro docente. Dos pasiones que descubrió en el camino y se amalgamaron: la facu y la política.

Investigación

“Cuando estaba estudiando me di cuenta de que yo no estaba convencida de hacer clínica. Y cuando estuve por terminar hice una materia electiva, endocrinología, y empecé a hacer análisis de andrología”, explicó Novero.

Allí, en las pasantías dentro de la URHMA, Unidad de Reproducción Humana Médicamente Asistida -laboratorio mixto ubicado dentro del hospital Centenario de Rosario, de dependencia compartida con la facultad a la que asistía-, empezó a sentir que aquello le gustaba mucho. Encontró su lugar dentro de la carrera que había transitado dese hacía cuatro años.

“Hice una pasantía en la de un año, me recibí en el medio y luego empezó la pandemia. Ahí empecé a trabajar en el Centenario, haciendo covid, pero yo sabía que eso no era lo que buscaba ni quería para este momento de mi vida. Dentro de la cátedra, teníamos la tarea asistencial del Centerario de hacer espermogramas, biopreservación de ovocitos y preparar las muestras para inseminaciones artificiales, que es un mecanismo de reproducción asistida de baja complejidad y era algo que me encantaba. Entonces hablé con Darío Krapf y junto a él me inscribí a Conicet, en julio de 2020. En enero de 2021 me aprobaron una beca de 5 años para estudiar algo específico. Mi proyecto se llama regulación de camp y eventos asociados en la capacitación de espermatozoides de mamíferos”, contó.

En cuanto a su especificidad, Analía explicó que utiliza como modelo el ratón para estudiar uno de los mecanismos más importantes de la reproducción humana. Su trabajo consiste en capacitar espermatozoides. “Cuando el hombre eyacula es importante entender que en esas condiciones el esperma no pueda fecundar al ovocito. Es necesario que sufra ciertas transformaciones dentro del tracto reproductor de la hembra y a ese proceso se lo llama capacitación. Lo que la ciencia hace desde algunos años es capacitar al espermatozoide fuera del cuerpo femenino, en el laboratorio, emulando ese proceso in vitro”. Esto permitió el avance de la ciencia y de la posibilidad de procreación de muchas personas.

Otra mirada

“A mi me interesa estudiar al espermatozoide porque no existen anticonceptivos masculinos en nuestro país y en casi ninguna parte del mundo, me atrevo a decir, ya que en los pocos lugares donde circulan su eficiencia es muy baja”, expresó Novero.

Esto deja en evidencia la deuda que la ciencia tiene con las mujeres, cuyos cuerpos fueron conejillos de indias -o los ratones que Analía hoy usa- sobre el cual la medicina cargó con una batería de hormonas para hacernos infecundas, sin advertir todas las consecuencias que esto traería.

Siguiendo en clave de género, Novero -que es feminista- realiza algunas reflexiones en torno a las presiones sociales que las mujeres reciben cuando una pareja heterosexual decide tener hijos. “Cuando vas a una clínica de fertilidad y sos mujer con más de 30 años, la mayoría de los profesionales te culpabilizan, expresando por qué esperaste hasta esta edad para tener hijos, diciéndoles que sus óculos son viejos o escasos. Pero la injusticia recae en no ver al espermatozoide, nadie mira al componente masculino. Sólo hacen un espermograma y listo, y no es así, porque con ese estudio no se puede ver la capacitación. Hay una inequidad en cómo se mira a la mujer y al hombre en las clínicas”, expuso.

De allí que su campo de investigación esté dirigido en esa dirección, para “poder ayudar a desarrollar anticonceptivos masculinos y, además, aportar nuevos tratamientos dentro de los procesos de fertilización asistida destinados al espermatozoide. Empezar a mirarlo, para mejorarlo, corriendo la lupa de los cuerpos femeninos”, dijo Novero.

Es que, dentro del mismo campo de la ciencia y la medicina, el foco es el cuerpo de las hembras y la infertilidad su origen. “En una charla en reproducción en Buenos Aires a la que fui este año, un profesional considero crack en la materia decía que el problema actual radica en que las mujeres postergan su maternidad hasta los 40 años porque ahora son jefas y profesionales. Me enojé mucho, ya que somos sometidas desde siglos sin poder estudiar, trabajar, por el techo de cristal y la crianza, y ahora que podemos postergar la maternidad para poder desplegar todo nuestro potencial tenemos la culpa. Siempre tenemos la culpa”, expresó la entevistada.

Además, si hacemos un vistazo por las grandes personalidades de la ciencia, los sacos y las corbatas abundan. Y esto no se debe a las pocas ideas femeninas, sino a no-lugar que tuvieron en las casas de estudios y las mesadas de los laboratorios universitarios. Hoy, si bien las mujeres se abrieron paso en todos los ámbitos y disciplinas, aún no existe una igualdad.

Analía junto a su equipo de investigación en el IBR

“En Rosario hay cinco institutos de investigación que pertenecen al Conicet y, hasta hace unos años, ninguno tuvo una directora mujer. Nuestro laboratorio siempre tuvo director y vicedirector hombre, menos este año. La mayoría de los investigadores eran hombres, hasta hace un tiempo. Hoy somos muchas las que estamos abriendo camino hay muchas mujeres en el campo de la reproducción, y de a poco lo vamos copando”, contó.

Perspectiva a futuro

Ya en su tercer año estudiando el doctorado en Ciencias Médicas, Analía sintió la necesidad de abrir sus alas y expandir sus horizontes. “Tuve la oportunidad de obtener una beca de financiamiento para irme a la ciudad de Fort Collins en Colorado, en la Universidad Estatal de Colorado, para estudiar y especializarme en una técnica de microscopía de superesolución novedosa en el campo que se llama Storm y nos permite reconocer ciertas proteínas dentro del espermatozoide”, expresó contenta.

Esta técnica, que se utiliza para estudiar la organización de proteínas y estructuras dentro el flagelo y la cabeza del espermatozoide a nivel molecular y subcelular, aún no llegó a nuestro país. Es utilizada en algunos países de Euopa y Estados Unidos y el objetivo del viaje que emprende el próximo lunes Analía es aprender para poder capacitar a los laboratorios argentinos.

“También voy a participar de un Congreso muy importante en el tema llamado Fertilization and Activation of Development Gordon Research Conference, que se realiza este año en Holderness, un pueblo ubicado en el condado de Grafton en el estado de Nuevo Hampshire. Ahí van personas que estudian el esperma, los ovocitos, la fecundación, la anticoncepción. Más de 200 especialistas e invesigadores de alto rango donde nos reunimos a discutir sobre los avances de la reproducción, presentar nuestros trabajos y debatir al respecto”.

Novero comentó que la presidenta del congreso es uruguaya y el vicepresidente argentino. “Los mejores investgadores del campo son latinoamericanos, emigrados”, agregó.

“Estoy agradecida por esta oportunidad a los organismos que me financian y también a mi jefe de investigación aquí de Rosario que me permite hacer una estadía afuera”, dijo y agregó “pero estoy asustada: otro idioma, otra cultura. Mi jefe allá es un físico, entonces también lo siento como un desafío. Voy a estar sola en un lugar lejos, extrañando a Pato -su pareja-, a Rocco, a mi familia y amigos. Es un desafío personal grande”.

De a poco, con los primeros pasos inestables y los siguientes más seguros, Analía y su relato nos ayudan a pensar de forma menos idealizada cómo es el camino al éxito, a la cima, entendiendo que la profesionalización es un camino que se construye andando. “Ahora quiero seguir. Cuando termine esta investigación pienso hacer un postdoctorado en otra parte del mundo, seguir estudiando mi tema, específicamente la anticoncepción. Hoy todo es para adelante”.

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