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Magalí Fontana, luego de años de carrera en el cancionero popular, hoy multiplica enseñanzas como maestra rural

La reconocida cantante rosquinense coordina espacios colectivos de música como maestra itinerante

Por Chino Zanello

Es conocida en Cañada Rosquín como “Magui”, un apodo sintetiza el afecto de todo un pueblo hacia ella. Magalí Fontana es una cantante al natural, que sorprende por su estilo visceral y su interpretación. La voz de una de las artistas rosquinenses más destacada, logra momentos intensos porque es honesta con su sentir y disfruta cantando un valsecito, una zamba, un tango o una balada.

Su historia se puede empezar a contar desde más lejos en el tiempo a esta realidad de ser hoy, maestra itinerante en escuelas rurales.

“Creo que la música nació conmigo. Es mi vida. Es un regalo que se me dio para este camino” empezó relatando Magui, a partir de la idea sencillísima de arrancar por los orígenes, en una estrevista con El Impreso del Oeste.

La infancia es la raíz ¿Llegaste a la música de muy chica?

Mi primer recuerdo es el de jugar a cantar, desde muy chiquita. Yo me imaginaba estar de escenario en escenario por distintos lugares y cantaba todo el día. Jugaba a cantar. Tengo anécdotas muy hermosas que me contaron mi mamá y mi papá de cuando tenía apenas unos 3 años. Parece que a toda visita que llegaba a casa, apenas entraba yo les decía: “¿Querés que te cante una canción?” Era mi manera de recibir a la gente y dar la bienvenida. Eso muestra claramente que era algo que salía de mí y que era, sobre todo, una forma de pasarla muy bien.

¿Desde el inicio fue el folklore?

Las cosas pasan. Esto empieza así. Un día mi mamá me esperaba a la salida de la escuela. Yo estaba en tercer grado y se le acercó Cristina Marchetti, gran maestra de música, para comentarle si tenía alguna conexión para llevarme a clases de música; porque tenía condiciones. Eso habla de una educadora atenta y se lo agradezco. Gracias a esa inquietud me llevan a estudiar guitarra y arranco en un taller en Cañada Rosquín. La cosa es que ese mismo día volví a mi casa tocando y cantando una canción. El folklore fue apareciendo naturalmente entre tantas canciones.

¿Cuáles fueron tus primeras presentaciones?

La primera fue en la Escuela N°266 de Cañada Rosquín, en un almuerzo de ex-alumnos del grupo de mi papá. Empezó en ese espacio al que le tengo tanto cariño y después se fue expandiendo, por ejemplo en la radio del pueblo, en los clubes. Luego festivales locales y posteriormente en pueblos vecinos. Y nunca más paré. Siempre estuve acompañada por mis padres, incondicionalmente.

El tango

Magalí creció hasta convertirse en una cantante maravillosa. Cálida y profunda. Empezó a grabar sus primeros discos. Destacada en su repertorio y dueña total del escenario. Entonces, va más allá y se decide por el tango. Fue un cruce posible y hasta saludable. Quizás era la gran materia pendiente.

“El tango llega por una decisión, no llega naturalmente. En ese momento el área de Cultura de la provincia de Santa Fe había lanzado un encuentro de jóvenes y en la música había tres categorías; melódica, folklórica y tango. Desde chiquita siempre me fui cruzando con dos grandes artistas rosquinenses como son Gisel Sandoba y Micaela Piccirilli. Gisel se había anotado para el encuentro en el rubro melódico y Mica en el folklore, la idea era llegar todas y compartir las instancias que nos daba la música. Me quedaba la opción del tango y me mandé. ¡Sin tener idea de cómo se cantaba un tango! Empecé a buscar material. A bucear en autores y cantores. Cuando escuché “Balada para un loco”, me caló en los huesos. Me llegó muy profundo. No me animé con esa obra, pero fui por “Nostalgias”, “Uno”, “El día que me quieras”. Me presenté en este encuentro y me fue muy bien. Sobre todo potenciando esas historias resueltas en tres minutos tan bien escritas y me jugué para interpretarlas. Gracias al tango conocí a mi gran maestro y amigo: Mingo Scalenghe. Mingo me enseñó a interpretar y a decir el texto poético del tango, y después de cualquier canción. Contar una historia”.

¿Tuviste que readaptar la voz?

Con el tango mi carrera avanzó y mi voz fue tomando algunos vicios que después fueron difíciles de superar, por la falta de el acompañamiento técnico adecuado. Fueron momentos de pensar en tomar clases y eso significaba trasladarse a Rosario. Por eso recomiendo siempre, y ahora es mucho más fácil usar como herramienta accesible a las clases on line y el encuentro con maestros que favorecen a una educación vocal. Yo tuve que reeducar mi voz. Ahora hay muchos recursos, en el pueblo ahora también hay maestros de canto y hay talleres que se deben aprovechar. Te reitero que fue necesario dar el paso de reeducar mi voz y volver a mi personalidad vocal para llegar a mi personalidad artística.

¿Qué significó el encuentro musical con el tango en Europa y dónde cantaste?

El tango me llevó a ser parte de una delegación rosarina de Tango y Folklore que tenía como eje una gira por Italia a la cual me invitaron y esto marcó un momento trascendente de mi carrera. Pongo el énfasis lo que representó porque de la gira también participó mi compañero de vida, Paty Coccolo que fue el percusionista de la delegación. Recorrimos Italia de norte a sur durante un mes. Fue muy importante porque cantamos casi todos los días y eso exigió un gran entrenamiento.

De ahí decidimos quedarnos dos meses más en España. Dos meses que se transformaron en 4 años. La convivencia con artistas, nos fueron dejando infinidad de historias hermosas. Tuve el orgullo de ser parte de un sexteto con un gran equipo de trabajo con presentaciones por el sur de España.

Cumplí mi sueño de cantar en la Cumbre Mundial del Tango en Granada en 2006, cumplí mi sueño de vivir de la música en Europa.  Cumplí mi sueño de cantar en varias oportunidades junto a un músico enorme como lo es el contrabajista rosquinense Horacio Fumero, un orgullo estar con él en tantos escenarios.

La música siempre impulsa a saltar límites y atravesar fronteras con lenguajes diferentes para comunicarse. Magalí Fontana se desempeña como maestra rural de música en dos escuelas, Campo La Francia -distrito Cañada Rosquín – y Campo Nícoli – distrito Carlos Pellegrini – Las aulas son para ella un espacio de experimentación maravilloso.

¿Qué marcas va haciendo la ruralidad en tu trayectoria como cantora?

Todo aquello que viví conociendo grandes artistas de otros países, me hizo crecer como persona en lo exterior. El encontrarme ahora trabajando en forma activa en escuelas rurales, en el medio de la llanura de la región, me hizo crecer interiormente. Todo hace que me vaya completando, porque mi experiencia en el campo no se termina nunca. Siento que me hizo mejor ser humano estar en la ruralidad. Todo lo vivido me sirve y conmueve. Compartir y aprender de esas almitas expectantes que esperan todo lo que puedas darle. La música es infinita, es tan gigante y a la vez tan simple. Me moviliza ese amor. Siento el mismo orgullo al decir que soy maestra de música de una escuela rural a la vez que confirmar que canté en la Cumbre Mundial del Tango.

No parás de impulsar espacios ¿De qué se trató “La fiesta de los Farolitos”?

La simpleza que me llevó a vivir la sensibilidad de las escuelas de campo y que elijo como forma de vida, me movilliza para crear otros encuentros. Detenerme en el ritmo de la naturaleza que poco tiene que ver con los ritmos cotidianos de las pantallas y los celulares. Y en esos caminos me crucé con Julieta Grande, maestra Waldorf y bueno generamos un espacio para compartir con niñas y niños, adolescentes; para volver a la alegría de cantar juntos, compartir fogones, alentar a compartir otras miradas, observar los ritmos naturales de las estaciones. Así realizamos “La fiesta de los farolitos” que tuvo que ver con todo eso. Con lo saludable de frenar un poco y estar atentos a lo que pasa en nuestros lugares de referencia.

Cómo artista, tu búsqueda personal continúa ¿Qué representó tu papá en esa búsqueda?

La búsqueda no se detiene y continúa para constituirme como mejor ser humano – Magalí, interrumpe las palabras y continúa – Para poner en palabras a Oscar Fontana, mi papá fue el agua que germinó esta semilla. Como mamá ojalá yo pueda seguir siendo el agua que alimente a mi hijo.

El recuerdo provoca un silencio que enmarca el final de la nota y Magalí, pone el acento en los agradecimientos: “Gracias a tanta gente. A mi mamá que es una enseñanza viva y porque mis padres fueron capaces de abrirme ese espacio de lo que me gustaba hacer. Dejarme ser y apoyar desde siempre, estar y acompañarme. A Paty que me enseña tanto día a día y a su familia que me ayudaron tanto en mi vida. A mi hermano con su compañera y su hija que son parte de mi corazón. Y a mi abuela, la primera cantante de la historia familiar”.

La trayectoria de Magalí

1990 – Primer Premio en el Festival Juvenil de Santo Tomé.

1991 – Canta por primera vez a dúo con León Gieco en Cañada Rosquín

1996 – Primer Premio como Solista de tango del Encuentro Juvenil de la provincia

1998 – Llega al programa de televisión de Lionel Godoy “La noche con amigos”

2000 – Premio Revelación de la Asociación Rosarina Carlos Gardel

2000 y 2001 – Se presentó en el Festival Nacional de Tango en La Falda

2002 – Finalista del Festival de Cosquín

2003 – Triunfó en la Final Nacional del Certamen de Baradero

2009 – Invitada especial en la Cumbre Mundial de Tango en Bariloche

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