Por Carina Suppo
El cuerpo es un territorio. Es frontera. Límite entre el adentro y el afuera. Reloj con ritmo. Vida infinita. Nina es una obra escrita e ilustrada por Raquel Cané y editada por Editorial El Ateneo en el año 2020.
Las páginas cual mapa trazan una cartografía del cuerpo. Una escritura sensible, casi en tono poético, bucea junto a las ilustraciones de alto impacto en el universo de Nina. Los contornos, las formas, los colores, la doble página, construyen un espacio semiótico que redimensiona las lecturas posibles.
Un viaje que transita por todos los órganos y sentidos, una oportunidad para descifrar el encanto de la vida. En esa lógica de metáforas que se despliegan desde un discurso dialógico (en palabras de Arizpe y Styles), los lectores y las lectoras se acercan a una lengua que dice, que nombra, que da lugar al silencio.
En una de las escenas leemos: “Lo que elijo, lo que hago define quien soy”, esta corporalidad que habilita a múltiples sentidos define el carácter de un libro que extraña y vuelve sensible la mirada.
Cecilia Bajour dice que: “La combinación de elementos modifica y transforma el objeto, ser o propiedad en algo nuevo. Produce un salto en la significación, un vuelo, un estar en otra parte ―aunque sigamos estando en esta―, una amalgama de ausencia con presencia”. Nina es un salto, un gesto de interrupción, un tránsito hacia otros modos de conocernos donde la belleza inaugura un círculo hermenéutico transformador: una dialéctica necesaria entre el silencio y las voces que nos constituyen.
